¡Quiero escribir un libro, pero no sé por dónde empezar!
Algunas personas me han preguntado cómo se pasa de ser lector a escritor sin haber estudiado absolutamente nada relacionado con la literatura o la escritura. Estoy segura de que cada autor ha tomado un camino distinto hasta llegar a donde está y, obviamente, no puedo responder por ellos, pero sí puedo contaros mi propia experiencia.
Antes de ser escritora fui una ávida lectora y, en mi opinión, esto es muy importante. Creo que cualquier persona puede desmontar mentalmente una historia según la va leyendo. Esta capacidad para captar la estructura de un libro es importante a la hora de escribir tu propia narración.
En mi caso, comencé escribiendo a los once años. Primero, anécdotas y algo de poesía, y después, historias cortas; pero, cuando quise sentarme a escribir un libro de trescientas páginas, me sentí perdida. Tenía claro el género: romance; el subgénero: romance histórico, y la trama o argumento del libro. Lo único que me faltaba era ponerlo por escrito de forma ordenada.
Me gusta trabajar de forma metódica, así que busqué información para aprender a estructurar un libro de romance (cada género literario tiene sus propias particularidades). Vi muchos vídeos en YouTube, entrevistas a escritores y desmantelé al menos diez novelas de romance para sacar la estructura de cada una de ellas. Lo hice de forma básica, es decir, siguiendo la línea de una estructura de tres partes: inicio, centro y final. La mayoría de esas diez novelas seguía el mismo patrón o esquema lineal y eso fue lo que hice, seguir esa fórmula. Por ejemplo: en el inicio presento a mis personajes (el primer capítulo, dedicado al protagonista masculino; el segundo capítulo, dedicado a la protagonista femenina, o viceversa, y el tercer capítulo, dedicado al primer encuentro de los personajes, al flechazo o meet cute, como prefiráis llamarlo. La parte central la dedico al conflicto romántico, eso que impide que nuestros protagonistas no puedan estar juntos. Y el final o tercera parte lo dedico al desenlace del romance, siempre terminando en un «felices para siempre». Me encantan los prólogos y los epílogos, por lo que suelo incluirlos en mis propios libros.
Estructuro mis libros con escenas, no una narración lineal, es decir, tal como lo imagino en mi mente, como si fueran momentos que van sucediéndose en un orden cronológico lógico. Con los años he ido aprendiendo técnicas de escritura y las he aplicado a mis propias historias.
Me gusta mucho ver vídeos en los que los escritores comparten sus consejos y sus métodos de trabajo, así como sus opiniones y sugerencias respecto al márquetin y a la distribución de los libros. Una de mis rutinas es dedicar tiempo a aprender y todos los días busco algún vídeo nuevo.
Por si tenéis curiosidad, mis entrenadores favoritos son: José de la Rosa, Abbie Emmons, David Gaughran y Jenna Moreci. También he seguido cursos online. El que más me ha ayudado ha sido Inkers Mini Con. Cuando he tenido una duda o he necesitado un consejo, he buscado la ayuda de mis compañeros de letras.
Sinceramente, me considero muy afortunada porque la mayoría me ha tendido la mano desinteresadamente, sin conocerme de nada. A veces pensamos que los escritores son personas inaccesibles, que viven en una burbuja, pero no es así. Son personas solidarias y empáticas que han recorrido el mismo camino y están dispuestos a ayudar.