Sobre mis novelas

La escandalosa familia Ainsworth, El club de los herederos de Inglaterra y Bastardos de Inglaterra

Si me preguntáis cómo se me ocurren mis historias, os diré que para eso no hay una fórmula: escribo sobre lo que me gusta leer, sobre lo que me gustaría leer y sobre los temas que me apasionan.

La trilogía La escandalosa familia Ainsworth nació de mi deseo de leer un romance histórico diferente en cuanto a la ambientación y los personajes. Decidí situarla en 1825, durante el reinado de Jorge IV, como una forma de romper el estereotipo de los romances históricos que suelen estar ambientados en la regencia o la época victoriana.

Edward Ainsworth es el primer libro de la trilogía y está completamente ambientado en Londres. Quise que hubiera una pequeña transición entre Londres y El Caribe, y el matrimonio por poderes de lady Miranda Ainsworth fue la excusa perfecta para trasladar a los personajes a Santa Lucía. La elección de la isla fue una decisión fácil: es un guiño a mi hija menor, que se llama Lucía, pero, obviamente, ser una colonia inglesa tuvo una gran influencia a la hora de elegir el destino.

Los primeros libros de romance histórico que leí fueron escritos en los años noventa y Edward Ainsworth es un personaje muy similar a esos protagonistas masculinos que me cautivaron e hicieron que me enamorara del género. En esa época me encantaba leer historias ambientadas en clubes como White’s o Brooks’s, por eso Edward y Amelia se conocen en Juegos de Azar.

Pasión caribeña es mi libro favorito: es el libro que siempre quise leer y por eso lo escribí. Quería un protagonista masculino que tuviera conciencia social y que fuera humanitario. Pasión caribeña representa lo que más me apasiona a nivel personal, que es la igualdad y la justicia social. Da inicio a una serie de libros ambientados en lugares lejanos y exóticos: las islas del Caribe.

Richard Ainsworth encarna el ideal de hombre actual: es amable y respetuoso sin perder su masculinidad. A partir de Richard, he intentado dar un aspecto más cercano a nivel generacional a los personajes para que los lectores del siglo xxi puedan sentirse identificados con ellos, con su forma de pensar, de lidiar con la salud mental, los traumas de la infancia, los retos económicos y los valores éticos. Richard es un personaje emprendedor que está inspirado en la generación de los millennials (quitando la parte de la tecnología, claro), así como Claire representa a la mujer de la generación X, por si tenéis curiosidad.

Una pirata enamorada enlaza con la serie Bastardos de Inglaterra. Es otro ejemplo que refleja el tema que más me apasiona: la justicia social. Los personajes de Una pirata enamorada plasman los cambios sociales que ha habido a lo largo de la historia y lo que antes era considerado un estigma social: ser ilegítimo, hoy en día, no tiene importancia. Cada vez más parejas optan por tener hijos sin haberse casado; es una decisión personal mutua y no un problema o error como era considerado hace unos años, porque un ser humano no es un error. Clarissa, la protagonista femenina, representa a la mujer empoderada actual.

Me fascinan las historias de romance entre un tutor y su protegida, otro tema clásico dentro del romance histórico de los noventa, y Un abanico para milady es mi homenaje a este tipo de tropo romántico. Lord Bates se convierte en tutor de lady Penélope para cumplir una promesa, por decisión personal, no hay un documento legal que lo obligue. El honor es una cualidad que admiro en las personas y una de las características que mejor representa la sociedad de la regencia y la época victoriana. En esta historia, ambos protagonistas tienen que lidiar con el concepto abstracto de la verdad y las consecuencias de la mentira.

En Querida intrigante abordo el tema de la identidad cultural, un tema que me ha tocado vivir de cerca desde niña: me crie en un pequeño pueblo de León, pero mis padres me enviaron a estudiar fuera a los once años. Viví tres años en Burgos y otros tres en Toledo. Después, varios años en Estados Unidos. Cuando tenía treinta años me mudé a México, donde permanecí siete años. En estos momentos, hace ocho que vivo en San Diego. Cada vez más personas se desplazan a otros lugares; no tiene que ser a otro país, puede ser a otra provincia o estado, el norte o el sur de su propia nación. Encontrará retos culturales allá donde vaya. Jean-Jacques y Leona afrontan el miedo a la pérdida de identidad de maneras distintas, pero, cuando eligen vivir en Santa Lucía, abrazan su nuevo hogar y se adaptan a las circunstancias en favor de un futuro más prometedor.

Espero no haberos aburrido con mi perorata: es difícil diseccionar un libro porque es un conjunto complejo de ideas, sentimientos, mensajes y estructuras que tienen que adaptarse a una escaleta (esquema de la novela), o, al menos en mi caso, porque yo soy una escritora de mapa. Quería contaros la forma en la que escribo y creo a mis personajes. Intento acercar el romance histórico a los lectores actuales creando personajes con los que puedan sentirse identificados.

Os animo a publicar vuestras historias si sentís la inquietud de hacerlo. Y, ya sabéis, si alguna vez queréis preguntarme algo, escribidme un correo a: lynsey@lynseylynwood.com. Estaré encantada de poder ayudaros.

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